Hace falta mirar lo que admiras. Poner el corazón en lo que te mueve para conseguir “Eso” a lo que te gustaría parecerte. Tengo mucha suerte porque tengo referentes muy cercanos y otro que aun no siéndolos la admiración los pone a mi lado. Sigo avanzando. Voy construyendo las coreografías con la sonrisa de imaginarlas ante el público. Voy haciendo y siempre pienso en si a mí me gustaría ver algo así… Y sonrío. ¡Voy bien!
Me gusta la idea de poder trabajar cogiendo «cachos» de técnica flamenca o española, o extractos de pasos bien estructurados en lo que es la historia de la danza, o de la escuela bolera en concreto, y desestructurarlos, hacerlos desaparecer apareciendo de otra manera. Darles la forma que necesito para poder contar lo que quiero. Siempre he tenido en mí el pensamiento de poder usar la danza a favor del teatro, moldearla, buscarle el momento y la manera para que pueda dar mucho más de sí. Ahora lo estoy haciendo. Busco eso. El proceso creativo me reilusiona y me hace ir a mil, aunque de mil sólo me sirva uno, el resto se queda para mi y eso es maravilloso. La magia de crear y de unir, de separar, de cambiar y volver a cambiar. De sentirte inventora jugando con tus cacharros inventados que pueden explotar, para poder volver a inventar. La magia de que parezca que todo va cuadrando hasta que cuadra, o tú lo das por cuadrado. La magia de la palabra cuadrar me motiva desde siempre.
Tengo tantas cosas por hacer que no puedo pensar en todas ellas… Por eso voy de a poquito. Hoy la Tristeza de Colores ha cogido forma y color. Y va tomando presencia y peso para poder crecer. He podido pintar de azul la tristeza y me voy amarilla con una sonrisa de oreja a oreja. Mañana más y mejor.