Colores sale de gira por primera vez. Pasó por Sevilla. Un espacio en el que yo ya había vivido cosas bonitas con el público. Pero ahora era diferente, iba yo sola, ¡¡uhh!! Voy sola, sin el respaldo de una compañía, de un nombre, de un público que ya conoce el trabajo. Nervios, miedos, ilusión.
Y, aunque con algún hueco libre, el público llenó la sala, y eso es tan maravilloso. Fue tan emocionante. Además de especial ya que fue un espacio más grande de lo acostumbrado, unas butacas que les quedaban grandes a ellos, silencios y risas desde más lejos. Están más lejos, apenas puedo ver sus ojillos. Cómo se nota la diferencia del espacio! Pero se perciben las energías, están conmigo. Y todo coge peso, se hace más teatral, más ritual… Todo multiplicado por mil para hacer una unión de energías. Mucha escucha, mucha. Un disfrute de cada momento para hacerlo aún más especial en el espacio, un regalo poder hacerlo de esta manera.
SALA CERO. SEVILLA.
Pensé en Colores desde siempre en pequeño, desde su concepción: Ellos cerquita mía. Pero hacerlo en un teatro al uso, grande, con 175 butacas, con más espacio a mi alrededor, con todo lo que eso conlleva… agranda y suma. Y le da una parte que no brilla cuando Colores se hace en pequeño. Y viceversa… Tengo que pensar sobre esto.
Ha sido una muy bonita experiencia, verlo crecer y verlo en la carretera, en “gira”, en el montaje, en las varas bajadas de una caja escénica por descubrir, en los tiempos, en sentirlo pequeño, en la incertidumbre del público, en llenar aunque no estuviera lleno, en las risas y los silencios,… en verlo funcionar. Qué difícil el camino y qué sencillo sonreír por los pequeños logros.
Haciendo camino al andar.